El Iesalc-Unesco detalla que la pandemia está afectando en Latinoamérica a unos 23,4 millones de estudiantes universitarios y advierte que la sustitución de las clases presenciales por la modalidad virtual está generando dificultades porque los contenidos ofrecidos no fueron diseñados bajo el formato de la educación superior a distancia. Los principales problemas de los docentes y de las instituciones.
El cierre temporal de las universidades por la pandemia del coronavirus afecta aproximadamente a unos 23,4 millones de estudiantes y a 1,4 millones de docentes en América Latina y el Caribe: esto representa a cerca del 98 por ciento de la población de estudiantes y profesores de educación superior de la región. Así lo señala un informe elaborado por el Instituto para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (Iesalc-Unesco) que analiza los impactos de la pandemia en las universidades. Además, revisa qué acciones han emprendido los Estados para garantizar el derecho a la educación superior durante la emergencia sanitaria. Y por último, formula algunas recomendaciones para encarar la reapertura de las instituciones educativas.
Impactos
Estudiantes. Uno de los impactos a corto plazo que se registra en el caso de los alumnos es la reorganización de su vida cotidiana para ajustarse a una situación de confinamiento. «Inevitablemente, la pérdida de contacto social y de las rutinas de socialización que forman parte de la experiencia cotidiana de un estudiante de educación superior tendrán un costo», señala el informe.
La consecuencia central del aislamiento es la «sustitución de las clases presenciales» y la necesidad de los estudiantes de adaptarse a nuevas formas de enseñanza y aprendizaje bajo una modalidad virtual. En ese sentido, una gran parte de los alumnos no han recibido dicho cambio de manera muy positiva. En parte porque «el contenido que se ofrece nunca fue diseñado en el marco de un curso de educación superior a distancia, sino que intenta paliar la ausencia de clases presenciales con clases virtuales sin mayor preparación previa».
Además «la educación a distancia requiere de mayor disciplina y compromiso por parte del estudiante, lo que quizás explique que ésta tenga más éxito entre alumnos de mayor edad, esto es, los de posgrado».
Los estudiantes de zonas vulnerables son los más perjudicados ya que el cambio de modalidad les exige conectividad a internet y en muchos casos no tienen acceso a ese servicio.
Por eso, una de las preguntas centrales que se formula el informe es «si en el supuesto de la continuidad de las actividades de enseñanza, los estudiantes conseguirán lograr los objetivos de aprendizaje diseñados para el curso». «La investigación existente no deja lugar a dudas en este sentido y acredita que, en principio, los resultados deberían ser parejos particularmente si la duración es corta pero las variables intervinientes son muchas y los contextos muy distintos como para dar por descontado que esto será así en todos los casos».
Por otra parte, los alumnos sufren un impacto económico, no sólo por la crisis general que afecta a toda la población, sino también porque durante el aislamiento en muchos casos deben que seguir haciéndose cargo de los costos vinculados a su educación superior. Incluso, en aquellos países donde no existen aranceles como es el caso de Argentina, muchos estudiantes deben continuar haciendo frente a gastos asociados al estudio, como por ejemplo el pago del alquiler en un lugar distinto a su domicilio de origen.
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Fuente: Página 12