Científicos del Conicet desarrollan un cañón de ozono para desinfectar espacios públicos

La población argentina comienza a prepararse para lo que será lo que algunos llaman la nueva normalidad, es decir las características inéditas que tendrán que asimilar los ciudadanos para el desarrollo de sus actividades cotidianas una vez que pase el momento más crítico de contagios por COVID-19 y el país, en particular el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), salga paulatinamente del período de aislamiento social preventivo y obligatorio vigente.

Pensando en esa futura etapa y con el objetivo de disponer los mecanismos que ayuden a evitar posibles rebrotes de coronavirus, expertos del CONICET y la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) en el Instituto Argentino de Radioastronomía (IAR, CONICET-CICPBA) se encuentran trabajando en el desarrollo de un cañón de ozono, un dispositivo que permite generar altas concentraciones de ese gas para luego esparcirlo en diferentes espacios públicos y eliminar de forma rápida, segura y eficiente virus, bacterias y gérmenes.

Según explica el investigador del CONICET y director del IAR Gustavo Esteban Romero, “el equipo utiliza el aire de la atmósfera para, mediante un gran número de microdescargas eléctricas originadas entre placas cerámicas en las que se aplica un potencial que puede variarse de 3.500 a más de 20 mil voltios según la necesidad, generar una enorme concentración de ozono. Una vez producido, este gas –formado por moléculas que consisten en tres átomos de oxígeno– se inyecta con el cañón tanto en vehículos como ambulancias, patrulleros, ómnibus o trenes, como así también en aulas de escuelas, oficinas, restoranes, habitaciones de hoteles y geriátricos, salas de hospitales u otros espacios cerrados. El ozono se acopla a la estructura molecular de los virus o la membrana grasa que recubre a las bacterias y gérmenes, y las destruye”.

 

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Fuente: La Arena

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