Incendios en el Delta y Córdoba: causas y consecuencias del “pulsor biológico” en malas condiciones ambientales

Desde hace algunas semanas varios focos de incendio a lo largo de nuestro país preocupan a toda la sociedad por el avance en las tierras y la falta de precipitaciones en las zonas afectadas, lo que dificulta la tarea de los bomberos y profesionales que están abocados a extinguirlos. Sobre este tema dialogamos con Carlos Rossi, decano de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNLZ, quien firmó un documento junto con Universidades nacionales, INTA, Conicet, CIC y otros centros de investigación, para “poner en conocimiento público” que aunque “el fuego en los ecosistemas es un evento natural y necesario, los humanos debemos evitar que cuando ocurre fuera de de sus condiciones naturales, genere catástrofes, pérdidas de vidas, destrucción de bienes”.

Lo primero que hay que decir es que la acción del fuego sobre los pastizales lleva en la naturaleza millones de años, cumpliendo una función primordial de disturbio que actúa como ‘pulsor biológico’ en estos ecosistemas. Es algo que ocurre en la naturaleza y que beneficia al ecosistema”, aseguró Rossi adentrándose en el tema, que lleva algunos días de difusión en los medios de comunicación con focos en casi todo el NOA, NEA y el Delta de Paraná.

El principal problema que se generó en estos casos, comenzando con el Delta, son las condiciones actuales, “con una sequía gravísima, una bajante record del río Paraná que dejó sin agua los cortafuegos naturales, sumado a heladas intensas que secan completamente los pastizales, juncales y carrizales”. Además, hay una baja en las cabezas de ganado que ingresan cada año para pastoreo, dejando una cantidad muy grande de biomasa vegetal seca y muy combustible. En Córdoba la situación es similar, sin la bajante del río”, agregó el decano. 

En cuanto a las causas de los incendios, Rossi analizó que “pueden haber tenido una causa natural, pero también se sospecha con bastante fundamento que muchos de los focos han sido por una causal humana. Sean por descuido o intencionalmente con una gran irresponsabilidad, la justicia debe emprender la tarea de buscar, detener y juzgar a los responsables de estas catástrofes”, continuó.

Entre las principales consecuencias, nos contó que se ve afectado el “sistema radicular, que puede matar las plantas herbáceas y leñosas, la microflora y microfauna del suelo y hasta calcinar el suelo si las temperaturas son muy elevadas”. En ambos casos se ven afectados los animales silvestres, y en lo social “se ve el impacto en las pérdidas que sufren los productores ganaderos, muerte de animales, quema de alambrados e infraestructura, viviendas, etc”. 

 

El fuego como elemento de control natural

El tema es estudiado hace 50 años en nuestro país, por lo que hoy se dispone de valiosa información científica que “permite aseverar que el fuego es un elemento de la dinámica normal de todos los pastizales y muchos bosques del mundo donde actúa como un ‘pulsor biológico’”. Aplicados bajo la forma de “quemas prescritas”, son fuegos “por parches”, que suelen terminar en los cortafuegos naturales o artificiales.

Por otro lado, hizo hincapié en el documento firmado junto con otras Universidades, INTA, Conicet, CIC y otros centros de investigación, “con el objetivo de poner en conocimiento público que el fuego en los ecosistemas es un evento natural y necesario. Los humanos debemos evitar que ese evento, cuando ocurre fuera de de sus condiciones naturales, genere catástrofes, pérdidas de vidas, destrucción de bienes”. 

Además, es importante “alertar y generar conciencia sobre el daño que puede causar en el ecosistema y sobre las personas los incendios por descuido o intencionales”. “Hemos escuchado a muchas personas y algunos periodistas opinar del tema sin conocer, dar información incorrecta de lo que ocurre con los incendios. Lo más grave no es el humo que llega a las ciudades, es el daño ambiental sobre la flora, la fauna y el sistema productivo”, puntualizó.

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