Los “25 de mayo” de nuestra Historia

Podrá una parte de la América, por medio de sus legítimos representantes, establecer el sistema legal de que carece, y que necesita con tanta urgencia; o deberá esperar una nueva asamblea, en que toda la América se dé leyes a sí misma, o convenga en aquella división de territorios que la naturaleza misma ha preparado?.”

Mariano Moreno. Escritos, t. II. Buenos Aires, Estrada, 1956.

Cuando recuerdo el 25 de Mayo de 1810, no puedo evitar pensar, el inicio de las antinomias en nuestra Historia Nacional. Una concepción binaria que seguramente puede ser criticada, pero que a mi entender, se materializó con el entonces enfrentamiento entre dos modelos de construcción independentista primero, e institucional después. Por un lado el de Cornelio Saavedra, el líder de ese regimiento popular, el de Patricios, compuesto por miles de hombres provenientes de los márgenes geográficos de la entonces aldea de Buenos Aires.

Por otro, el de Mariano Moreno, a la sazón derrotado, exiliado y muerto en alta mar., el jacobino, que quiso transpolar la metodología de la Revolución Francesa a estas tierras. ¿Junta Grande o centralismo revolucionario? ¿La América toda o sus “partes” por separado?

Es en este marco inicial que el sujeto Pueblo comenzaba a transitar diez años de lucha por su Soberanía contra uno de los tres imperios más grandes del mundo de aquel entonces: el español. Más allá de su derrota política, que pagaría con su vida, Mariano Moreno tuvo continuadores en el general Manuel Belgrano, los caudillos José Gervasio de Artigas y Martín Miguel de Güemes y el recién llegado general José de San Martín.

Fueron líderes populares, conductores, estrategas y pasionarios de la libertad, pero una libertad con Pueblo. Y así lo comprendió esa amalgama de hombres, mujeres, ancianxs y niñxs, que siguieron sin titubear a Manuel Belgrano en el éxodo jujeño dejando atrás tierra arrasada para que el invasor no pudiera sobrevivir. Como así también el paisanaje de todo aquel territorio patrio, no dudó en cruzar una de las cordilleras más altas del planeta para liberarse y liberar a pueblos hermanos.

Criollxs, negrxs, mulatxs, zambxs, originarixs, ese mar heteróclito con el cual supo navegar y conducir el general José de San Martín. Las montoneras de Güemes, los Pueblos Libres de Artigas, aquel sujeto irredento que nunca supo de traiciones a sus conductores. Un pueblo en armas, que dejó sus vidas cotidianas para independizarse e independizar.

Y es entonces cuando no puedo dejar de pensar y rememorar que al general Manuel Belgrano en el año 1812, los centralistas porteños bonaerenses como Manuel José García, el hacedor junto a Bernardino Rivadavia del inicio de la deuda externa en nuestra historia patria, le prohibieron izar la bandera recientemente creada porque “no era momento”. Los Ellos, como diría el Eternauta, no querían ni Independencia ni Soberanía.

O cuando a don José de San Martín lo quisieron obligar a enfrentar al caudillo oriental, José Gervasio de Artigas, que se batía contra portugueses, españoles y porteños aliados a Gran Bretaña. Y su respuesta, la del general, fue NO. El mismo José de San Martín que presionó, armas en mano junto a sus granaderos a caballo, a los congresales de Tucumán en 1816 para enmendar la original declaración de nuestra Independencia del imperio español, agregando, “de toda otra dominación extranjera”. El Reino Unido de la Gran Bretaña, derrotado por los futurxs hacedores de Mayo de 1810, en sendas invasiones, por otras armas, las financieras, esperaba agazapado con lxs cómplices vernáculos (cipayxs diría Eva Perón).

Lxs mismxs cipayxs, que en al año 1955, inventaron el mito de la tríada cultural e ideológica: “Mayo-Casero-Septiembre”. Lxs genocidxs del mes de junio del año 1955, golpistas y dictadorxs de setiembre de ese mismo año, obligaron a escribir la historia (otra vez las antinomias) desde una perspectiva maniquea donde la libertad, real del Mayo de 1810, la forzaron a encontrarse con la derrota militar de Juan Manuel de Rosas en la batalla de “Caseros” el 3 de febrero de 1852 a manos de otro federal, Justo J. de Urquiza, quien gracias a una millonaria paga del imperio del Brasil, intermediario de los ingleses, abrió las puertas definitivamente para que éstos y la oligarquía terrateniente liberal en lo económico, y represora y conservadora en lo político, diseñara un modelo de país exclusivo y excluyente.

Intentaron apropiarse así de la Historia y la Memoria, y mezclar las batallas independentistas con las miserias dependentistas trazadas en “Caseros” y “Setiembre”. Pero gracias a sus protagonistas fundantes, los sectores populares, creo que aquí se dio inicio a la construcción de un puente entre generaciones para dar paso a otros 25 de Mayo, tan populares y cargados de gestas heroicas como éste de 1810, pero contra otros imperios y sus aliados vernáculos. Así es la dinámica de la Historia.

El 25 de Mayo del año 1973, tras dieciocho años de proscripciones pero también de Resistencia, el peronismo, volvió al gobierno con la fuerza de millones de votos, y a disputarle el poder al imperio norteamericano, aliado a las Fuerzas Armadas autóctonas, quienes junto a la derecha argentina (política, empresarial  y eclesiástica)  impedían ejercer la soberanía a las mayorías populares.

Y finalmente, el 25 de Mayo del año 2003, cuando Néstor Kirchner asumió el gobierno y comenzó a disputarle el poder a ese neoliberalismo salvaje que nos impuso una crisis terminal en diciembre del 2001. Avances y retrocesos, continuidades y rupturas, Pueblo o Antipueblo, y apelo a viejas (¿?) consignas: “Liberación o Dependencia” y “Patria o Colonia”. En la superficie de la Historia de “nuestros Mayos”, desde 1810, la batalla política y cultural sigue en pie.

Como sigue en pie la disputa por el sentido de los valores construidos en la agitada semana de Mayo de aquél 1810. Un relato, en definitiva, que no le corresponde solo a lxs hitoriadorxs escribir y transmitir. Es función y acción de todxs aquellxs que aún sostenemos una Patria de las mayorías, de lxs otrxs que somxs todxs, de quienes debemos militar la Historia y sus revoluciones populares.

Así, cuidamos la Memoria y la Identidad.

Profesor Guillermo Batista.

Titular Cátedras de Historia Social General y Argentina.

Facultad de Ciencias Sociales. UNLZ.

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