Mariana Abelando es docente e investigadora de la Facultad de Ingeniería trabaja en temas vinculados a la calidad ambiental. Desde su lugar impulsa a más mujeres a incorporarse a las ciencias: “Las mujeres somos aproximadamente la mitad de la población mundial pero pocas son las que se desarrollan profesionalmente en disciplinas científico tecnológicas”.
Mariana Abelando es bióloga graduada de la Universidad de Buenos Aires y trabaja en la Dirección de Protección Ambiental de la Prefectura Naval Argentina. Se dedica al estudio de los organismos que habitan en lechos de ríos y arroyos como forma de conocer la calidad ambiental. En el mes de la Mujer y la Niña en la Ciencia, continuamos conversando con investigadoras de nuestra Universidad.
¿Cuál es tu campo de investigación?
Mi campo de trabajo es la ecología acuática. Dentro de ella estudio los organismos macroinvertebrados que habitan en los lechos de los ríos y arroyos, así como también la calidad de las aguas y sedimentos en los que viven. Estos organismos son indicadores de la calidad ambiental.
¿Por qué elegiste la carrera?
Cuando terminé el secundario me gustaban muchas cosas pero la biología era una de las materias que más me gustaban. Estar en contacto con la naturaleza siempre me hizo sentir mucha paz y me encantaba observar todos los seres vivos que allí vivían. Siempre recuerdo una excursión del colegio primario cuando fuimos a los bosques de Ezeiza a estudiar su flora y fauna.
«Somos muchas las mujeres que estudiamos carreras científicas y trabajamos en investigación. Pero sin acompañamiento para poder realizar otras actividades, como ser mamá, no es tarea fácil. Las mujeres tenemos más presiones, algunas de la sociedad y otras propias, entonces a la hora del reconocimiento por el trabajo realizado, siento que los investigadores varones tienen más ventajas. Son pocas las mujeres que llegan a liderar equipos de trabajo».
¿Qué te impulsó a comenzar a investigar?
Comencé a hacer investigación, en primer lugar porque la Universidad nos forma para ello principalmente y después por curiosidad qué es lo que me impulsa cada día en mi trabajo. Conocer cómo son las cosas y cómo funcionan es el motor de la ciencia.
¿Cómo combinás el trabajo de investigadora con otras tareas?
Por suerte siempre he podido combinar mis tareas de investigadora y ser mamá. Tengo dos hijas adolescentes y siempre intenté ser una madre presente. Por supuesto que conté con el apoyo familiar para lograrlo, sino hubiese sido más complejo ejercer mi profesión. Somos muchas las mujeres que estudiamos carreras científicas y trabajamos en investigación. Pero sin acompañamiento para poder realizar otras actividades, como ser mamá, no es tarea fácil. Las mujeres tenemos más presiones, algunas de la sociedad y otras propias, entonces a la hora del reconocimiento por el trabajo realizado, siento que los investigadores varones tienen más ventajas. Son pocas las mujeres que llegan a liderar equipos de trabajo.
¿Qué les dirías a las niñas y jóvenes que quieren empezar en este camino de la investigación?
Nunca bajar los brazos. Estudiar nos abre muchas puertas. No es sencillo pero hay que proponerse objetivos e ir cumpliéndolos de a poco. Las mujeres somos aproximadamente la mitad de la población mundial pero pocas son las que se desarrollan profesionalmente en disciplinas científico tecnológicas. ¡Hay mucho por hacer!