Por Carolina A. Carbone y Luz Canella Tsuji* para Revista Compol

 

50 años después de los disturbios de Stonewall, en Nueva York, EE.UU., que dieron lugar a la instauración del Día internacional del Orgullo LGBT, invitamos a reflexionar sobre las prácticas de comunicación y la diversidad en el paradigma de los Derechos Humanos. El reconocimiento del 28 de junio como el Día internacional del Orgullo LGBT es la respuesta política a un sistema cultural, político y social donde la hetero cis normatividad se manifiesta aún hoy como represora y violenta ante aquello que considera “diferente”.

A nivel internacional, los Principios de Yogyakarta fueron presentados en 2007, ante elConsejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en Ginebracomo rectores en la lucha por erradicar de una vez y para siempre las violaciones a los Derechos Humanos que siguen padeciendo las personas por su orientación sexual e identidad de género a nivel global.

En Argentina, la legislación en materia de DD.HH. es modelo y referente en la materia no solo a nivel regional sino también mundialmente. Leyes como la que crea el Programa Nacional de Educación Sexual Integral (26.150), la de Matrimonio Civil (26.618) y la de identidad de Género (27.743) posicionan al Estado Argentino como pioneros de los derechos del colectivo LGBTQI+.

Sin embargo, las grandes conquistas en materia jurídica no siempre se ven acompañadas por los mismos avances en la sociedad. Todavía hoy, encontramos sectores que se niegan a aceptar una realidad donde nuestras identidades de géneros y nuestras orientaciones sexo afectivas, no se “adaptan” a la norma impuesta por siglos*. [1] Entender la diferencia y reivindicar su valor, nos lleva a construir un mundo de tolerancia y respeto a los derechos de todos, todas y todes, y donde -por supuesto- estamos pensando en quienes se identifican con la hetero cisnormatividad también.

Los, las y les profesionales de la comunicación que creemos que un mundo mejor es posible, nos encontramos discutiendo la construcción de sentidos sobre la realidad permanentemente. Tenemos por delante el desafío de influir positivamente a través del discurso, los pensamientos de quienes hacen a estas sociedades para generar realidades más empáticas, inclusivas y humanitarias. Pero para lograr esto también estamos convencidas que es necesario un cambio estructural en nuestra profesión. Desde la Universidad Nacional de Lomas de Zamora, un equipo de docentes investigadoras venimos trabajando el área de las Relaciones Públicas y las cuestiones de género(s) en el desarrollo profesional. Los resultados preliminares indican que aún queda mucho camino por desandar y muchos temas que “desnaturalizar”.

En el campo de las Relaciones Públicas, tener una mirada centrada en la diversidad debiera ser una premisa fundante de nuestro ejercicio profesional. Por definición, trabajamos sobre la gestión de vínculos con múltiples stakeholders, con intereses y características distintas, pero que se relacionan con nuestra organización continuamente y de quienes dependemos para alcanzar exitosamente nuestras metas. Debemos ser capaces entonces de pensar de manera amplia y plural para atender a esta realidad, que no es homogénea, desde la perspectiva ética que hoy los públicos exigen. Comunicamos para una sociedad que está dando pasos agigantados en la reivindicación y conquista de derechos para las minorías históricamente marginadas. Sin embargo, generar contenidos que atiendan a estas perspectivas diversas e inclusivas hoy no es sólo una cuestión ética, sino también económica: los públicos mediante las redes sociales son quienes tienen el poder de veto instantáneo sobre aquellos mensajes que no consideran éticos, y para nosotros -organizaciones- esto implica una gran pérdida de dinero, tiempo y recursos.

Formar equipos diversos desde la perspectiva de los géneros, las orientaciones sexo afectivas, las razas, las edades, nos permite contar con miradas del mundo diversas, plurales y esto redundará en la creación de contenidos amplios e inclusivos. El trabajo en espacios seguros donde nuestros/as/es colaboradores/as puedan expresarse e intercambiar ideas distintas, nos permitirá desterrar prácticas comunicacionales donde los estereotipos de géneros sigan perpetuando situaciones asimétricas, desiguales y violentas. Éste es nuestro compromiso con el futuro.

*Carolina es Lic. en Publicidad y Relaciones Públicas de la UNLZ, tiene una Maestría en periodismo de viajes por la Universidad Autónoma de Barcelona y es doctoranda en Ciencia Política de la Universidad de Belgrano. Es Directora de la carrera en la Universidad de Belgrano y docente investigadora de la UNLZ. Twitter: @ULearnPR

 Luz es Lic. en Relaciones Públicas de la UNLZ y maestranda en Ciencia Política en el Idaes, UNSAM. Es Secretaria de investigaciones de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora y docente investigadora de la misma Casa. Twitter: @LuzCanellaTsuji


[1] Durante 2019 en Argentina, se perpetraron al menos 177 crímenes de odio donde la orientación sexual, la identidad y/o expresión de género de las víctimas fueron utilizadas como pretexto discriminatorio para vulnerar sus derechos y ejercer violencias (fuente:  Observatorio Nacional de Crímenes de Odio LGBT de Argentina).

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